Este fin de semana turisteamos.
Ayer, nos fuimos temprano con las bicis con la misión de
llegar hasta el jardín botánico de Toronto, pero también una actitud muy
relajada de parar por cualquier pavada que se nos ocurriera en el camino hasta
allá.
Así fue que nos pasamos todo el día arriba de las bicis
recorriendo parques y barrios hermosos. El otoño está en todo su esplendor, y
después de una lluviecita que cayó mientras nos comiámos un sándwich refugiados
en un café del jardín botánico, la temperatura bajó muchísimo. Sin embargo, ni
el frío cambió nuestros planes y nada nos impidió pararnos varias veces en el
camino de vuelta, a elegir la mejor hojita de hacer que pudiéramos encontrar en
el suelo.
La verdad es que basta tomarse 15 o 20 minutos para alejarse
del centro y que Toronto se vuelva hermoso. Con todas casitas preciosas con
decoraciones alegóricas a Halloween, algunas muy elaboradas.
|
en el jardín botánico |
|
La mejor decoración, leeejos |
Comprar las bicis es lo mejor que pudimos hacer, el paseo de
ayer fue el más lindo hasta ahora.
Hoy fuimos a las cataras del Niágara, con un tour
prefabricado que incluía que nos pasaran a buscar por la puerta de casa.
El viaje fue raro, el conductor hablaba extraño así que yo
no entendía nada y Pablo me hacía la traducción. Fuimos primero a algunos puntos panorámicos y
después a Niagara on the Lake, que es una pequeña ciudad, muuuy pequeña, donde
nos dejaron un rato para recorrer la calle principal, todo muy villa la
angostura. En todo el mundo venden las mismas cosas parece. Excepto por algunas
cosas de acer y la versión bizarra que tienen acá de las manzanitas
acarameladas.
|
Manzanas con LO QUE SEA |
|
Merchandising de Downton Abbey, quiero todo. |
Después de eso nos llevaron a ver el reloj floral. La verdad
que los que arman las excursiones son unos caraduras, no da para llevarte a ver
eso, pero bueno, ahí fuimos, en un
reloj, todo lleno de flores (o plantitas sin flores en este caso), que arman
los chicos del colegio de horticultura de Ontario.
En el camino sin embargo vimos algo por lo que valía mucho
más la pena parara y obviamente no lo hicimos: la iglesia más chiquita del
mundo. Es una capillita en la que entran 6 personas, hermosa!!! Pasamos tan
rápido que ni foto le pudimos sacar, pero era muy bonita y nos dijeron que hay misa los domingos y a
veces casamientos.
Luego del fiasco del reloj nos llevaron a la atracción
principal, las cataratas. Nos hicieron emponchar a todos con nylon y nosotros
pensamos que era una exageración pero no, porque después cayó tanta agua sobre
nosotros que era como si nos estuvieran
tirando baldazos.
Fue una experiencia muy divertida, las cataratas no son muy
altas pero la cantidad de agua que cae es impresionante.
Después de eso nos dieron tiempo para dar una vuelta por el
lugar, que para nuestra sorpresa, era una especie de miniatura de las vegas,
con casinos, cines, mini golf. Terrible, en vez de aprovechar el marco natural
para hacer algo hermoso, hicieron esa cosa. Era tan grotesco que nos divertimos
paseando y mirando los carteles que se mueven y hablan.
Ahí se acabó el paseo pero no el viaje, porque la vuelta fue
larguísima, pero dormimos y nos dejó de nuevo en la puerta de casa.
Por suerte, a pesar del clima, pudimos aprovechar todo el
fin de semana y descubrimos algunos atractivos de la ciudad que nos hacen
sentir mucho mejor respecto de las dos semanas que todavía nos quedan acá.
Por medio de un compañero de Pablo conocimos a algunos
argentinos que viven acá y estamos planeando alquilar un auto para ir a Quebec
el fin de semana que viene, porque ya que vinimos hasta acá, las de turista,
hay que hacerlas todas.